lunes, 10 de agosto de 2009

La teoría del espacio

El mundo de las relaciones humanas es un terreno escabroso. Si bien es cierto que no se puede poner en una balanza lo que las partes entregan a esa relación para valorar si es equitativo, todos en algún momento hemos temido estar metidos en una relación sea del signo que sea, en la que nos parece ser la parte perdedora.

En cualquier tipo de relación lo bonito es dar, más que recibir. Pero si una parte da mucho más que la otra, rara es la vez que esa relación sobrevive de manera saludable. Una relación de pareja o de amistad es como formar un equipo, es necesario que todos pongan lo mejor de su parte y tengan un fin común. No significa esto que los componentes tengan que aportar lo mismo, o ser idénticos en inteligencia, belleza, cultura o tener idénticas aficiones, sino que tengan algo que aportar y quieran aportarlo. Esto es difícil de evaluar, por no decir que es imposible medir quién pone qué.

La teoría del espacio es una forma bastante fiable de saber si una relación es equitativa o no lo es.

A muchos nos ha pasado que recordamos con inmenso cariño a un amigo de la infancia o de la adolescencia, pero volvemos a encontrar a esa persona y nos quedamos desagradablemente sorprendidos cuando vemos que apenas nos recuerda. En mi teoría, el espacio que esa persona ocupa en nuestra vida es mucho, pero el que nosotros ocupamos en la suya es poco. Por lo tanto, esa amistad nunca fue del todo real.

El espacio que una persona ocupa en nuestra vida se traduce en el tiempo que pensamos en ella, en lo que haríamos por esa persona, en lo que pesa en nuestras decisiones. A veces eso es difícil de saber, pero muy a menudo te encuentras detalles que te indican como alguien, sin decir una palabra, te valora y te demuestra qué gran espacio te dedica. Hay casos en que nunca sabrás la gran decepción que es para alguien que no le prestes atención, pero casi siempre el tiempo hace cuadrar los espacios equivalentes.

Esto enlaza con mi otra teoría de "dentro de cien años nadie se acordará". Por eso, si alguien ocupa espacio en mi vida se lo intentaré hacer saber aunque me cueste, porque que se entere dentro de cien años quizá ya no me valga de mucho.