domingo, 1 de agosto de 2010

Viajar y leer

Un amigo me dijo una vez este refrán, que me parece muy cierto: para aprender, viajar y leer.

Ya estoy terminando "El lamento del perezoso" y tengo que reconocer que me está costanto y que me va a tocar releer, porque como lo estoy leyendo en el tren y es género epistolar, de una lectura a otra pierdo el hilo y no me estoy enterando bien... pero ya he aprendido algo muy interesante. El "sloth" es un animal. Es lo que en castellano se conoce como "oso perezoso" o simplemente "perezoso", oriundo de América Central. Aunque también "sloth" se refiere al pecado capital de la pereza.

Este animal vive en los árboles y solo puede vivir en ellos, no se sabe manejar en el suelo. Solo baja al suelo una vez a la semana para hacer sus necesidades, para lo que hace un agujero en la tierra en la base del tronco del árbol en el que vive. Una vez terminada la faena, tapa el agujero. Esto lo hace instintivamente y no se sabe exactamente por qué, pero el resultado es que es un "eco-animal", ya que las hojas del árbol de las que se alimenta, las devuelve al suelo en forma de abono para el mismo árbol. Es decir, paga lo que come, mantiene limpio su entorno y regenera lo que ha gastado.

Me voy a Kenia de vacaciones este año y no sé muy bien qué me voy a encontar, pero yo voy muy happy de ir a ver un montón de animales en su habitat natural y a lo mejor me voy a dar algún susto que otro. Digo esto porque, en un documental de vida salvaje centrado en los carnívoros africanos que era bastante realista, he visto cómo un grupo de hienas se comían vivos a los animales que quedaban rezagados y eran presa fácil por viejos o por enfermos. El espectáculo era realmente espantoso y me pregunto si me va a tocar avistar algo parecido. Espero que no, pero a la vez espero que sí, porque solo viendo las cosas como son se aprende a aceptarlas.

Aunque a estas alturas ya sé que la vida es dura y que no es lo que nos contaron de pequeños, tal vez necesite ver con mis propios ojos lo que realmente somos. Porque los animales humanos somos también parte de esta cadena. Y también somos crueles con los débiles y los viejos. No nos los comemos a bocados vivos porque no nos hace falta, los supermercados están llenos de comida. Pero si no fuera el caso, lo haríamos.

Las hienas en realidad hacen su parte de la cadena y, bien pensado, aceleran la muerte de un animal que tiene sus días contados. Si bien su muerte es espantosa, lo que está por ocurrir ocurre antes. Y las hienas comen.

Me pregunto si los humanos hacemos mal alargando innecesariamente la vida de los que están sentenciados y sufriendo, cuando tenemos en nuestra mano acortar el trance y, además, ahorrar sufrimiento. Los animales, que no concen de nuestra moral sino que tienen la suya propia, tienen muy claro lo que hay que hacer. La cuestión es difícil y luchamos con una doble moral; por un lado tenemos que cuidar y hacernos cargo del débil, pero por otro somos plenamente conscientes de que el engranaje social les rechaza cada día. Somos animales y como tales nacemos y morimos. Pero el montaje social que hemos hecho va por otro lado, obviando lo evidente y obligándonos a vivir en una doble moral.

Tengo que seguir leyendo y viajando para intentar entender todas estas cuestiones, aunque me temo que moriré y me seguirá resultando incomprensible.