lunes, 25 de abril de 2011

Amazing grace

¿Cómo diferenciar el arte bueno del malo? ¿cuántas veces has visitado una exposición, has visto una obra de teatro o de danza y no has sabido a qué carta quedarte?. La respuesta es fácil. Cualquier cosa que te llegue es buena. Buena para tí. Y eso es suficiente. En principio, cualquier pieza que haya soportado el paso del tiempo y sigue mostrándose, es buena. Cualquier cosa que te haga pensar, que te mueva algo dentro, merece un respeto. Si algo detesto es estar en un museo o una exposición y escuchar a alguien decir "eso lo hace mi hijo de tres años". Al menos ten la humildad de decir "no lo entiendo", "no me gusta" o simplemente cállate. A menudo lo que vale es la idea más que la ejecución. Vale, espabilao, pues que se te hubiera ocurrido a tí, o a tu hijo de tres años y a ver si te lo cuelgan en algún sitio, si no es que te cuelgan a tí antes...
Recuerdo algo que ví en el Guggenheim de Nueva York hace ya unos cinco años, si no más. En una de las vueltas de las famosas rampas del edificio, habían acotado una zona. Dentro de ese espacio había tirados en el suelo montones de caramelos envueltos en papel blanco. No te decían nada si cogías uno. Eran de regaliz mentolado. Estaban buenísimos. No me preguntes qué significa, si era bonito o feo, pero lo recuerdo y me gustó. No vale reirse de algo que no has sido capaz de hacer tú y otro sí que lo ha hecho. Cierto que cualquiera podría tirar caramelos en el suelo, pero solo lo hizo ese artista. Han pasado años y yo aún lo recuerdo. En consecuencia, era bueno.
Hace poco he podido ver la pieza "Accumulations" de la coreógrafa norteamericana Trisha Brown. No sé que pensarán los amantes del Lago de los Cisnes, pero estoy convencida de que esta señora ha bailado muchos cisnes para llegar a eso. Es una demostración de dominio, agilidad mental y corporal con una actitud "who cares" que me encanta. Si la ves bailar parece que pudiera echar a volar en cualquier momento. Rebota sobre sus pies como si el suelo fuese blando, como si bailase sobre una cama elástica. En su página se pueden ver muestras de sus coreografías y todos sus bailarines han adquirido esa habilidad. Son coreografías que parecen improvisadas, pero están medidas al milímetro. Toda una muestra del arte de hacer parecer fácil lo difícil.
Es obvio que hay que saber andar antes de correr. Dudo mucho que un niño de tres años pueda correr.